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lunes, 10 de mayo de 2010

Restringiendo y vomitando

Creo que he caído otra vez. En parte me alegro, porque en una semana he perdido más de dos kilos. Todavía no tengo instaurado por completo el mal humor y la apatía, aunque sé que pronto llegarán. Eso es lo que realmente temo. La tristeza, la desgana, el odio a mí misma, no querer salir de la habitación, sentirme una niña caprichosa. Porque me siento una niña. Tengo 25 años, pero soy incapaz de sentirme adulta. He trabajado y estudiado, aunque ahora mismo no tengo empleo y lo busco. Actualmente colaboro con una investigación pionera en la universidad. Convivo con mi novio desde hace unos meses. Todo eso debería llevarme a sentirme adulta, pero no me siento así.
Me encuentro tan perdida o más que en la pubertad, cuando tenía que aprender a lidiar conmigo misma y con el mundo entero.
Algunas de vosotras sabéis que mi andadura con Ana comenzó con los 13 años, aunque no duró demasiado. Durante un par de meses, me iba a clase sin desayunar. Llenaba un vaso de leche y lo vertía sobre el fregadero, después cogía un plato y lo llenaba de migas de pan y aceite. El bocadillo que llevaba al colegio, quedaba en la primera papelera que encontraba. A mediodía era difícil escabullirse, así que procuraba que en mi plato no se sirviera demasiada comida, y jamás repetía. Por supuesto, nada de pan. Y claro, nada de merendar. Mi padre trabajaba y mi madre tomaba clases en la autoescuela, así que antes de que llegaran fingía una cena, que acababa en la papelera, sin que nadie se diera cuenta.
Perdí bastante peso, aunque se podría decir que no era alarmante. Sin embargo, un día mi madre entró en mi habitación y me dijo que quería hablar conmigo, que le preocuba que me estuviera quedando tan delgada. Eso bastó para que de nuevo yo engullera lo que había dejado de comer. El miedo a mi madre siempre ha sido superior a mi voluntad. Aún lo sigue siendo.
No soy adulta, soy una niña.

2 comentarios:

  1. A mi siempre me ha pasado lo contrario. Por problemas graves que sufrimos en mi familia tuve que madurar más deprisa. Desde los 10años me vi obligada a espabilar y afrontar problemas q mis amigas y\o compañeras no tenían.

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  2. Hola guapa.
    No te preocupes por nada.
    Es normal que unas veces estés mas centrada y otras que no sepas ni por donde te andas.
    Tienes que tener muy presente que esto es una enfermedad crónica y siempre, siempre va a estar ahí, presente.
    Podrás tener momentos de tranquilidad emocional que te ayuden a llevar una dieta y una vida más "normal", pero como nos pasa a todas en cualquier momento surge algún problema que nos hace volver a caer.
    Yo personalmente cuando estoy nerviosa, enfadada o preocupada me da por comer como una cerda y normalmente es cuando más recurro a Mia y también es cuando más gorda estoy; por otro lado cuando tengo todo bajo control, nervios, enfados, miedos... dejo de comer en exceso y adelgazo con más facilidad y me encuentro mucho mejor.
    Un besazo guapa.

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